martes, junio 23

MISTY, mi gatita


En cuanto vi sus ojitos celestes agrandados por el temor a lo desconocido y escuché su llanto triste, me enamoré de ella. La persona que la trajo, dijo que no sería fácil domesticarla...tenía una historia difícil.

Ella optó por nuestra vieja perrita Deisy que la aceptó plenamente. Cosa curiosa...no temía a los perros, pero sí a los humanos. Ya era algo que teníamos en común.

Sin invadirla y con mucha calma, me dediqué a mimarla todo lo que pude. El resultado fue lento. Se aceleró cuando nuestra perrita nos dejó y Misty que la extrañaba, se acercó a nosotros.

Ahora es la reina de la casa. Se hizo tan mimosa...que parece un bebé. Nos conversa y pide caricias todo el día. Ya no le teme a la gente, pero sigue sin temer a los perros...

Que puedo decir?...su cariño nos hace muy felices...y creo...que a ella también.



Mis amos, Alicia y Lucas


No quiero recordar las cosas que me hicieron los humanos. Por suerte, los gatos no somos rencorosos y pronto olvidamos lo malo.

En mi caso, me fallaron varios amos. Como yo tenía miedo...me devolvían..y eso me causaba más miedo. Tenía que volver a empezar...y era difícil.

Cuando en esta casa vi a la perrita, pensé que era mi mamá. Ella me dejaba dormir en su cama y yo le agradecía siguiéndola por todos lados. Los amos la trataban con mucho cariño...y eso me dio más confianza.

Cuando no la vi más...me asusté un poco..pero ellos estaban tristes y me acerqué . Buscaba cariño....y el calor que me daba Deisy.

Aprendí a tenerles confianza y cuando quise acordar...los buscaba todo el tiempo para recibir sus caricias...que me gustan mucho. Espero que mis amos estén contentos como yo. Les hablo y les ronroneo para que sepan que estoy feliz...espero que ellos también...

viernes, junio 12

Principes y corceles, infancia pre-escolar.


Ela era una princesa. Por momentos con miriñaque, hermosos vestidos queimaginaba etéreos, en otros , cuando le tocaban a su hermanito-principe, con armadura tipo Juana de Arco. Cabalgaban en sus corceles-triciclos por las veredas-praderas del barrio. Eran justicieros soñadores. Ella estaba conforme con su corcel, le gustaba esa palabra, no era alto, iba adonde ella quería, y se quedaba donde lo dejaba, sin atarlo. Sabía que el príncipe hubiera preferido uno verdadero...pero esa no era la lógica de los juegos-sueños.

Los días corrían felices en esa infancia lejana. Las casas de entonces, estaban pobladas de abuelos y tíos. Como eran los mayores, a falta de primos, que no habían nacido, los parientes jóvenes, a menudo jugaban con ellos. Pero los momentos más felices...corrían en sus fantasía de caballeros andantes.


El príncipe buscaba aventuras más fuertes. Ataba a su perro al triciclo y entonces era un carruaje. Esto duraba hasta que llegaba alguien y Leo, el susodicho, salía disparado ladrando...y allá iba el príncipe hasta rodar por el piso.


La princesa se asustaba. A pesar de las risas del caído, no apreciaba verlo por el suelo. Eso no estaba dentro de sus planes. La voz de la abuela que los llamaba para tomar su merienda, les postergaba el juego. Pero recordaban perfectamente donde lo habían dejado y se apresuraban para seguirlo. La abuela no sabía a que se debía el apuro y solo les recordaba que terminaran todo lo servido. Buena parte de la leche iba a parar a la pileta de lo cocina. Era mucha, caliente y muy dulce...lo que les daba una excusa. A la pregunta de ...tomaron todo?...que la abuela hacía , la respuesta era siempre la misma...Si abuela, podemos ir a jugar? Sin esperar respuesta, retomaban sus personalidades principescas y seguían hasta la hora en que volvían sus padres a cenar.

Con el tiempo...las cosas variaron. Cambiaron los triciclos por mono patines...
Pero ese es material para otra oportunidad.

viernes, junio 5

El obelisco, emblemático y...solitario.


Estábamos sentados, descansando un rato, en un paseo en pleno centro de Buenos Aires. Cuando levanté la vista y vi al obelisco...le puse atención. Los porteños estamos tan acostumbrados a verlo, que ya no lo registramos. Desde esa cortada-plazoleta, se aparecía entre los coches y los árboles. Lo sentí solo y como necesitado de cariño.

El pobre, no es un monumento artístico ni solemne. Es solo una aguja que mira al cielo en medio de un tráfico loco y en una plazoleta despojada, que aunque ahora se han agregado asientos y en los costados flores, lo hacen ver solitario.

Solo los turistas se fotografían con él de fondo. Los que lo conocemos desde siempre, no le lanzamos más que una mirada distraída, al pasar.

No sé por que me enterneció. Me pareció el símbolo de los habitantes de Buenos Aires...siempre tan apurados, tan metidos en su individualidad. Tan abandonados de los demás que viven como ellos.

Me pareció que hasta tenía ganas de saludar, de hacerse ver. Le saqué esta foto con una sonrisa cómplice.

Creo que esta sensación de inutilidad que le da el hecho de no servir para nada más que para estar ahí...es que no tiene un mirador, una confitería o restaurante en lo alto...en fin, algo que tienen otras torres y que las hacen más atractivas y orgullosas.

Pero no, está ahí, paradito como un centinela y debe estar cansado y tal vez, mareado, de ver tantos coches y gente corriendo como un río a sus pies. Sin que nadie lo toque, lo visite, hable en su interior o le sonría.

Pobre y solitario obelisco. Yo te tengo cariño. Si, pedacito de Buenos Aires que fue cambiando a tu alrededor, te quiero y este es mi humilde homenaje.

lunes, junio 1

Como hacerlo de nuevo.


Si, había que hacerlo de nuevo. Otra vez empezar la lucha...y van...cuántas veces?

Cuando creía que había llegado al descanso...otra empinada escalera se aparecía de la nada y vuelta a trepar!

Estaba decidida a seguir luchando. No pasaba por su cabeza bajar los brazos. Todos le decían...no vayas a aflojar! Ella se reía. Claro que no, sus fuerzas estaban en eso , no darse por enterada de las malas nuevas...y seguir tan campante el camino trazado por su primera decisión. La que tomó cuando se enteró de su enfermedad.

No iba a cambiar su vida para mal. Sólo la viviría más intensamente. A ver, si el color azul antes era solo eso, un color, ahora lo vería de un azul tan intenso, tan profundo...que hasta podría tocarlo y saborearlo.

Cada mañana sería un nuevo asombro de luz y espectativas. Cada noche se arroparía con los mejores sueños. Cada bocado o trago que se llevara a la boca, manjares y néctar para gozar.

Ni hablar de sus seres queridos y sus amigos. Los gastaba en conversaciones y reuniones. Los paseos eran dignos del mejor recuerdo y quedaban fotografiados en su mente. Todo era...como explicarlo? Bañado en una luz especial, con hermosas melodías de fondo, con perfumes perfectos.

Nadie lograría que dejara de amar a los demás, de oír las risas de los niños, de observar los juegos de los animalitos, de vivir con amor y desparramarlo a su alrededor! Ni siquiera esta pesada carga que la vida le impuso, ni siquiera el cansancio de empezar...una y otra vez.

No se sentaría a lamentarse. Ni un segundo. No se daría por vencida...

Demandaba esfuerzos, sentido del humor, alegría de vivir...pero nunca llanto. No, no lo dudaba.

Su norte...es como un sueño...una ilusión posible o no. Pero un fuerte viento del sur la empuja y ella está dispuesta a dejarse llevar. Es más...lo ayuda, abriendo las alas de la esperanza.

Mi color, mi premio.


Mi nueva amiga Susana, La Calderón, acaba de mandarme este premio que como ella, comparto con mis amigos de blog.

Parece que este hermoso color violeta, que tanto me gusta...es muy especial. Por eso estoy orgullosa de haberlo recibido. Gracias, Susana, me has dado una alegría.