Si había algo que Ana Maria tenía, era un desconocimiento absoluto de la fidelidad. No era promiscua, se ponía de novia con dos o tres a la vez. Absolutamente convencida de que estaba enamorada de todos ellos. Tal vez fuera cierto, pero me parecía que el novio, ese con el que pensaba casarse, era un pobre hombre que no sabía con quien se metía. Cuando alguna de nosotras le decía algo, ella contestaba: soy enamoraditza (así con t ) como la miel pegaditza.
No me cerraba su forma de actuar. Si se lo decía, me salía con que cada uno tenía algo que le gustaba, y entre todos hacían su ideal.
También me tocó a mi, pero al revés. Cuando sorprendí a mi pareja con otras mujeres, me dijo que me amaba..pero que a las otras también!
No se como habrá reaccionado el esposo de Ana María si algún día supo su diversidad. No volví a verla. Pero les puedo decir, como reaccioné yo. Recordando a la fresca de mi amiga, decidí que lo mejor que podía hacer, era estamparle la cacerola que tenía a mano en la cabeza, y tirarle sus cosas a la calle. Vamos! Que a ese cuento...ya lo conocía
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Pucha si no les vendría bien un buen guampazo,no? Pero acá voy a decir algo que seguro levantará polvareda.
El hombre es un animal naturalmente polígamo. Ha sublimado ese carácter( algunos) por cuestiones sociales,pero sobre todo,religiosas.La mujer no es NATURALMENTE polígama.Y creo que tiene que ver con lo siguiente
Hombre ve culo: se calienta
Culos hay muchos.
Mujer : le hacen la oreja: se calienta.No hay muchos que te puedan enroscar la víbora en esta época.O sí?
te dejo la inquietud.
Mira, Mariel, Yo fuí la más cornuda del mundo, hasta que encontré a mi pareja. "La pareja" quiero decir..y ya no hay cuernos desde hace muuuchos años. Pero sí, es como decís...por eso es noticia escribir sobre una mujer que se les parece..y la historia es real.
Publicar un comentario