martes, octubre 2

Los bolsillos


Metió la mano en el bolsillo del viejo abrigo, que hacía mucho que no se ponía...Con alegria, notó unas monedas...no es que fueran muchas, pero eran lo suficiente para alegrarla. Faltaba menos para el pancito que había visto en la vidriera de la panadería, y hasta con un poco de suerte y bondad ajena..tal vez pudiera poner algo dentro de el. No recordaba cuando había sido la última vez que se puso ese abrigo y mucho menos el origen de las monedas. Jamás le habían sobrado, siempre llegaba justito. Se puso a pensar que tal vez eran un regalo de un duende, esos con el gorro en punta que veia en los cuentos cuando era chica. Por que ese abrigo se le había perdido en alguna esquina, o bajo un puente, hacía rato. Hoy revolviendo sus trapos (así llamaba a su ropa, no sin razón) lo había encontrado. Estaba prolijamente doblado, cosa que dudaba haber hecho, y hasta tenía un olorcito rico...como a limpio.Pero como era de esperar, tenía menos curiosidad que hambre y no tardó en tratar de conseguir lo que faltaba para el pancito. Le costaba más que cuando era niña, pedir..y recibir. En realidad pedir...le daba vergúenza ahora, y claro, al verla más grande...le daban menos.Mientras se apretaba el cuellito del abrigo con frio, pensó que si eran los duendes..los autores de ese milagro, por que no le habían puesto la llave de un lugar calentito, y si no fuera mucho pedir...una cama con sábanas...de esas de colores que tanto le gustaban. Cuando vió que no le daban nada, que la gente pasaba como preocupada con sus cosas...a fuerza de ruidos en el estómago, se atrevió a entrar a la panadería y en un susurro, pedirle a la panadera si no teniaalgoporelvalordeesasmonedas...así, todo seguido y de un tirón. La panadera sonrió y le preguntó que deseaba, ella contestó que el pancito, y señaló con la cabeza. Para su sorpresa, la señora le dió el pancito y le dijo que necesitaba las monedas...que le rebajaba el precio. Apenas pudo disimular las ansias al morder...y ya se iba, cuando la señora le dijo, mirá, si querés conversá con tu mamá...Yo tengo una piecita junto a la cocina y necesito alguien limpita y educada como vos (no lo podía creer, sería el perfume de la ropa?)para que me ayude. El sueldo no sería muy grande hasta que aprendas, pero tendrías comida y camita con sabanas limpias. Después, si cumplís, ya serías empleada. Traé a tu mamá...y siguió trabajando. Salió como un perro con dos colas...y apretando el bolsillo le dijo a su duende, creiste que no te iba a descubrir? Vos me pusiste las monedas!!! Pero como lavaste el abrigo, eh?

5 comentarios:

Unknown dijo...

Genial hermanita!!!!!!!!!

Eso del abrigo al final me ha dejado pensando tantas coas a la vez!!!!!!!!!!!!!

Te mando un abrazo grande, con las siempre ganas de volver

Alicia M dijo...

Gracias Mariela...acabo de mandarte, no se si bien, mi alegria por el repunte del NO en las encuestas...Te decía que estabamos haciendo fuerza desde el sur!! Y que vamos a festejar a lo grande, por que si asumen un virtual empate, es que ganamos seguro!!Un besote...estaremos en contacto

Unknown dijo...

Me da la impresión de que tu relato es la metáfora de la vida: siempre, aún en los momentos más terribles, aparecerán las monedas en el fondo del bolsillo.
Abrazos manitaquerí. Muy lindo!

Mariel Ramírez Barrios dijo...

Esta mujer me asombra.de todas maneras, tu cuento me deja un regusto a bronca,a impotencia, a injusticia.,a ganas de traérmela a vivir a casa.
Abrazo.Fuerte.Podrías visitarme,no?

Alicia M dijo...

Mariel, Te visito...y le pregunto a mi hermano por vos...Es que el se queda hasta altas horas...y yo estoy poco tiempo. Aprovecho un poco después de la cena...pero abandono a mi querido esposo..que me oye teclear mientras trata de escuchar bajito algo de música..De todas maneras te leo y me encanta lo tuyo. Me dijo un pajarito que estuviste de viaje... Un beso si podés y querés...mandme algún mail
Gracias por tu apoyo...