Cuando era niña, le atemorizaba un poco la vida a su alrededor. Era feliz en sus juegos...pero no lograba comprender bien los actos de los mayores. Los adultos parecían saberlo todo y actuaban seguros de si mismos. Ella los admiraba y , aunque no tenía apuro por crecer, esperaba el momento de ser como ellos.
Al principio, ciertas órdenes, como...cerrá el pico! Eran difíciles de entender...cuál era el pico?. Luego captó el significado y fue más fácil. También supo que había más de un nombre para las cosas. En fin, todo eso que los mayores conocían, la llenaban de admiración.
Con el tiempo vio que las cosas no eran como ella pensaba. Cuanto más crecia, más dudas tenía y más cosas la desubicaban. Eso sí, no todos eran como ella. Los había seguros y con don de mando. Entonces...como era la madurez? Como se llegaba a ser así?. Supo que es un don. Digamos, de nacimiento. Ella no podría ser así...ni en cien años. A pesar de sus dudas y su necesidad de cariño...logró afianzar su carácter y hacerse una personalidad, aparentemente al menos, fuerte y decidida.
Ahora, en ese mismo momento, su frágil cáscara, se partió. Era como un gorrión golpeado que a pesar de todo y de todos...se esforzaba por sobrevivir sin que nadie lo notara...sin molestar para nada a los demás.
Esperaba que alguien la tomara en sus manos y le diera abrigo y ternura.
El destino no era siempre tan malo. Encontró al dueño de esas manos y le dio todos sus sueños, todo su amor.
Ahora, tenía otra ilusión y otro temor. Se preguntaba...cuál es el verdadero adulto? El otro, el fuerte...o esta que sigo siendo yo?...Habría que esperar para saberlo. El tiempo todo lo arregla...pero también, todo lo destruye.
6 comentarios:
Yiyì, aquí estoy como siempre en tu casita y esta vez leyendo un texto en el que me reconozco. Por algo supimos que seríamos amigas en cuanto nos miramos, vivimos muchas cosas parecidas. Tengo una postura no muy convencional en cuanto a lo que se llama "maduréz" porque muchas veces a pesar de la apariencia de peluche que nos identifica a algunas personas que no parecemos maduras; en situaciones límites y delicadas somos mucho más maduras que quienes alardean de serlo. Tal vez nuestra manera de ser, nuestra alma que guarda siempre una mirada de niño hace que parezcamos lo que no somos. De todas maneras, no es fácil vivir, no lo es ni para los maduros, ni para los inmaduros, es sí siempre, un constante aprendizaje. Tengo la certeza de que jamás dejamos de crecer, como también siempre regresamos, cuando podemos, a ese refugio cálido que eran nuestros sueños de infancia. Tal vez logrando un equilibrio entre ese ir y venir, logremos esa tan difícil "maduréz" que se nos exige.
Te abrazo, Yiyí y celebro haberte encontrado.
Hoy que somos adultos comprendemos que "ellos" solamente repetían lo que a la vez habían aprendido de sus mayores... y a alos chiquitos los criaban como adultos del mañána. La gloria es crecer sin perder el asombro...pero crecer.
Besos manitaquerí, Yiyita del alma!
Anita, si, la vida es muy dificil. Y además hay quienes nos ponen palos en la rueda todo el tiempo. Pero eso también es madurez. Sortear los problemas y seguir adelante. Sé que a pesar de que parecemos jugar, nos tomamos la vida muy en serio.
Yo tqmbién celebro que seas mi amiga. Un beso, solcito.
Claro, manitoquerí, no hay un manual del padre, y nosotros hacemos lo que podemos, como lo hicieron nuestros padres. Pero siempre hay que incentivar a ese niño que se esconde adentro nuestro y sacarlo todos los días, aunque más no sea, un ratito. Te quiero mucho manito...y a tu niño interior Tito el bravo, también.
Este niño interior sale a pasear, y huele a margaritas de la infancia siempre en este rincón. Creo que es bueno romper el cascarón, y volverse frágil otra vez, para crecer. Creo que el mayor descubrimiento que nos brinda la vida es el demostrarnos que somos siempre niños en constante crecimiento.
Te mando un beso grande como tu ternura.
Querido Goliardo...creo que guardar al niño en nuestro interior..es bueno. Siempre y cuando ese niño sepa ponerse una armadura o buscarse un robot como Julius, para salir a pelear cuando haga falta...Pero si, siempre vuelvo a la infancia, es la mejor manera de no sentirse viejo.
Gracias por ese niño tuyo que se quedó conmigo para siempre, cuando creciste.
Un abrazo lleno de amor maternal, como cuando eras chiquito.
Publicar un comentario