
Se tiró con abandono sobre la cama. Ella le devolvió dos o tres rebotes y por un segundo vio como en un fulgor, sus saltos de niña entre las risas de su hermanito. Se quedó quieta, y reconoció los pasos de la tristeza. No, pensó, antes de que llegue, tengo que levantarme. Le costó mucho. En principio por que la cama, tan cómoda y mullida, parecía retenerla y luego por que su cintura le chirriaba como una puerta vieja. Era su famoso dolor de nervio ciático. Problemas de la vejez, se dijo.
Ya parada, y no sin esfuerzo, fue hacia la cocina. Nada mejor que prepararse un te...o algo. Para no pensar y sentarse un rato a beberlo. A veces, era cosa de dejar pasar el tiempo. No encontraba el encendedor . Otra de las cosas, no veo un caballo con jinete y todo! Lindo porvenir! se dijo.
Recordó que su vecina le había preguntado por que ponía la radio o la televisión tan fuerte...a ella no le parecía, así que seguro, también estaba bastante sorda. Hizo memoria...y sí, ya no escuchaba tanto los ruidos de la calle y las conversaciones por teléfono...eran un suplicio.
Antes, le gustaba mucho caminar. A su esposo también, así que daban largos paseos . Ahora, caminaba cuatro o cinco cuadras...y llegaba muerta!
Su psique, su espíritu joven, se había quedado en el tiempo. Pero su cuerpo le reclamaba cuidados, cada vez más.
Tenía que conseguir que los obstáculos que ponía su cuerpo...fueran vencidos por su ánimo.
El asunto, era como lograrlo.
Opción uno: ponerse a estudiar algo. Aprender algo nuevo siempre ayuda.
Opción dos: hacer algo que le gustara mucho...viajar, ir al teatro, al cine, a escuchar conciertos o ver ballet.
Opción tres: mimarse. Hacer un tratamiento de belleza, aeróbicos, comprarse algo lindo.
Bueno, para alguna de las opciones...le faltaba dinero, para otras tiempo...y salud. Sus dolores...su vista...
Decidió que la de mimarse tenías las mismas falencias de las otras...pero que podía usar otra clase de mimos. A saber: darse un buen baño de inmersión...recordó que tenía por ahí unas sales que alguien le regaló, ponerse música suave al tono, Mozart era ideal, y recostarse en su cómoda cama. Cerrar los ojos...y viajar en sueños.
Seguramente era lo más económico y no llevaba mucho tiempo...Bella forma de rejuvenecer y olvidar los achaques, pensó mientras se preparaba para el baño... y buscaba algo de Mozart.