lunes, septiembre 7

Nueva casa


Es acá, dijo mamá señalando una puerta. Es nuestra nueva casa. La miramos sorprendidos, me contaba Marcela, ya que veníamos de vivir en un pequeño departamento. Al abrirse la puerta, vimos un largo pasillo. Casi al final del mismo, sobre un costado, otra puerta...y...la casa. Nos pareció enorme. Sobre todo por que aún no habían llegado los muebles y nuestras cosas. Corríamos de un lado al otro investigando. Un patio grande, las habitaciones, un vestíbulo que daba a una gran cocina y a ...otro patio mas pequeño..y terraza!

Pero el colmo fue cuando mamá nos llevó al fondo del pasillo. Marcela se reía...nos quedamos estáticos! Había árboles, flores aquí y allá, todo medio salvaje. Como si hubiera estado esperándonos.

Al día siguiente, ya instalados, fuimos a explorar nuestro nuevo mundo. Todo era asombro, porque nuestro contacto con la tierra y sus frutos se limitaba al pequeño jardín de los abuelos. Salvo alguna visita a algún parque, pero este ...era nuestro!

Pronto conocimos a nuestros vecinos. De un lado, separados por una cerca, dos niños de nuestra edad, con los que charlábamos y jugábamos. Del otro lado una pared hasta el fondo, no dejaba ver nada.

Para mi hermanito y yo, era el paraíso. Subir a los árboles, armar casas con piedras...cortar flores para mamá.

Estábamos cerca de un estadio de futbol. Papá nos explicó que cuando hubiera partido, escucharíamos los cantos de los fanáticos. Y era verdad. Desde la terraza parecía que estábamos en la cancha.

Un día mi hermanito encontró un tesoro. Como tres docenas de huevos que varias gallinas, pasando por un imperceptible agujero que había en el frondoso cerco, habían dejado en nuestro terreno!

Su alegría y asombro lo hicieron llamar a mamá a los gritos. Nunca más vimos un huevo. El dueño de las gallinas...debió encerrarlas.

Después de nuestras risas, Marcela me contó que un día se apareció por sobre la pared la cabeza de un niño. Nos dijo que se llamaba Alberto...y nos mostró las figuras que hacía con sus moldes y plomo fundido. También nos dijo que no lo dejaban salir, ni recibía visitas.

Pobre Alberto! Nos pedía que le contáramos a que jugábamos y moría por estar con nosotros, a pesar de que era un poco más grande de edad.

La única vez que pudimos ver su casa fué desde un árbol al que trepamos. Era un parque como los de verdad! Con senderos de piedras rojas y la casa tenía grandes columnas blancas!

Nos dió tanta pena...ahí solito, sin poder jugar...

Ahora cuando lo recuerdo, no puedo comprender cómo sus padres le tenían más miedo a que tratara con niños...que a su trato con el fuego y el plomo...

O sí! A lo mejor se convirtió en un militar! Uno de esos....represores...

Se le ensombreció la mirada...dijo, que feo! Espero que no te toque nada así cuando te mudes mañana.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Como un sueño que vivimos mi hermanita y yo en una casa similar. Quedaba en la calle Manuela Pedraza, a unas cuadras del viejo estadio de Platense. La higuera era un mangrullo para divisar el alucinante territorio de los patios vecinos.
Alberto hundia soldaditos nuevos en el barro para imprimir un molde en el que vertía el plomo derretido de otros soldaditos rotos en combate.
Mirá cuantas similitudes, manitaquerí, un texto hermoso que refleja con fina cautela nuestra Patria Feliz.
Abrazos y Besos, Yiyita del alma
gracias por este recuerdo

ana. dijo...

Preciosa evocación, Yiyî. Siempre hay una casa escondida en la mirada que es todas nuestras casas. Siempre hay un árbol, un cielo, un jardín guardado en la memoria.Tesoro de la vida, que vuelve y nos envuelve para mitigar la pena, para alejar el olvido y abrigarnos en su cálido regazo.
Me gustó mucho leerte. Me hace bien. Y te quiero, te acompaño, como siempre.
Un abrazo fuerte.

Alicia M dijo...

Querido hermanito...como olvidar esos higos que te hicieron tanto daño! Pero gracias a Dios acá estamos...dando lucha.Le agradezco al cielo que nuestros padres nos hayan agrandado tanto la geografía con su costumbre de mudarse. Eso nos hace tener muchos recuerdos variados por los distintos barrios y luego,en la adultez, países. Te quiero y estaré más lúcida cuando salga de esta...besos.

Alicia M dijo...

Anita. Así le comenté a mi hermano. Que gracias a la movilidad de mis papis...tenemos muchos recuerdos. Todos muy lindos, gracias a Dios. Y como decimos siempre...si, ayudan a salir de los malos momentos. Gracias por tu cariño y aliento. Amiguita del alma.