lunes, septiembre 1

Radio por la noche


Desde que a los diez u once años, escuchó por radio una voz que dialogaba con gente que llamaba por teléfono...supo que era eso lo que quería hacer cuando fuera grande.


Lo había impresionado con que ansiedad y entusiasmo los oyentes contaban sus intimidades y su vida, esperando que esta voz los llevara a buen puerto. Era como si hablaran con un buen padre o amigo, que los escuchaba como si todos los problemas enunciados fueran muy importantes y a la vez, conociera todas las soluciones.


No pensó nunca en la televisión. Sabía que el anonimato era la clave. Era mejor que hablar con un confesor o un sicólogo, ya que estas personas podían conocer su identidad...en cambio al locutor no le importaba quien hablaba...si no el problema a resolver...o el consejo a dar.


Era como sentirse un poco...poderoso, como un oráculo.


No paró hasta conseguir un espacio en una emisora. Con grandes ilusiones y bastante preparación como para no quedar mal parado, comenzó su programa.


Al principio, no se dio cuenta que como trabajaba durante la noche, se iba quedando sin amigos. De día dormía y de noche...no estaba visible.


Se le pasaban las horas de audición...volando. Bueno, los primeros tiempos. Pronto notó que casi todos tenían problemas parecidos. Ya no le daba tanta importancia a las voces...si no a las situaciones. Mentalmente las clasificaba. Casos de problemas de pareja, de convivencia en el lugar de trabajo, gente tímida...falta de dinero para el sustento...y algunos solitarios que se sentían acompañados por su atención.


Con los meses...aprendió que muchos llamaban varias veces y jugaba a detectarlos. No sos Juan? preguntaba...claro, lo ayudaba recordar también, cual era el tema en cuestión. Se olvidaba de su soledad tratando a la gente como conocida, pero en el fondo, comenzó a extrañar no tener una pareja, salidas con amigos...


En un momento dado...una voz femenina comenzó a hablarle todos los días. Le costó identificarla. Ella cambiaba de nombre...y hasta de tema!


Poco a poco la fue conociendo...pasó a esperarla...y luego a enamorarse de esa pequeña luz en la oscuridad del estudio solitario.


Por más que intentaba saber quién era, preguntarle algo que lo acercara...ella se arreglaba para escaparse o cambiar de tema...y hasta para cortar el teléfono fingiendo que alguien escuchaba.


Cuando había llegado casi a la desesperación...y con pocas esperanzas de encontrar a su amada invisible, salió un día de su casa más temprano que de costumbre para hacer unos trámites. En el pasillo de entrada se cruzó con una mujer muy bonita, que después supo era su vecina de enfrente. Cuando ella lo saludó con una sonrisa elocuente...tuvo que apoyarse en la pared...para disimular.


Adivinen de quién era la voz? Si, era la lucecita que a no ser por la radio...nunca hubiera encontrado.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bella historia Alicia. A veces, tenemos la luz junto a la puerta y andamos como locos, buscándola a lo lejos.
Espero que esta historia tenga feliz continuación.

Besos y salud

Unknown dijo...

Las voces son fantasmas sin memoria, igual que los antiguos amores.
Magia de la radio desvelada que inventa rostros familiares.
Abrazo del alma, manitaqurí.

Alicia M dijo...

Gracias Trini!! Que lindas tus visitas. Me cuesta volver al redil...pero me gusta una vez que estoy. Un beso enorme...Espero aprovechar unos días buenos para ponerme al día. Gracias amiga.

Alicia M dijo...

Manitoquerí...si sabremos los de nuestra generación lo que era imaginarse personajes escuchando la radio...Cosas que nos perdemos viendo la TV! Un beso grande y abrazos!

Paqui dijo...

Querida Alicia, que historia tan tierna y bonita.
Cierto es que hay personas en el anonimato y que cuando se enciende esa lucecita, bien sea por una voz, un roce, etc, surge el amor y del que nunca esperabas encontrarlo en esa persona que estás hart@ de ver.
Un besito. Cuidate

la verdad oculta del ser dijo...

hola bonita pasate por mi blog a recoger una cosita

http://premiosbloganabego.blogspot.com/

besos ana

Alicia M dijo...

Querida Paqui!! Estás de vuelta! Bueno, me acuerdo de mis historias de radio. Soy de la edad en nos maravillaba ese aparato. Nuestra imaginación...volaba. Un beso enorme Paqui. Gracias por recordarme.

Alicia M dijo...

Ana Gracias, por tu visita...Espero verte pronto. Ya voy para tu blog! Un abrazo cariñoso.

Alicia M dijo...

Ana!! Cual de tus blogs debo visitar?

Goliardo dijo...

Fantástico retrato de ese universo de la radio que tanto conocemos y amamos desde adentro. La magia de la radio es esa comunicación íntima que se establece entre el conductor y esos fantasmales oyentes incondicionales, esas voces sin rostro a las que la radio acompaña. La radio es como la charla íntima en los tiempos del sms y el chat. La radio es a veces un cálido susurro en nuestros oídos, ese susurro que nos impide escuchar los bocinazos del mundo exterior. Y es imaginación... Me alegro que este conductor radial haya reconocido en su vecina a esa hermosa mujer que imaginaba. Lo demás, es silencio, diría Hamlet, y yo agrego: e imaginación. Que sean felices y coman perdices.
Abrazos desde el éter.

Alicia M dijo...

Querido Goliardo, si, esa imaginación que volaba por sobre nuestras cabezas en mi lejana niñez. Ahora los chicos no tienen que imaginar...todo está servido. Pero era tan lindo creer en hombres diminutos que vivian sus historias dentro de ese mueblecito. Pero esa magia no se pierde para algunos noctámbulos solitarios...y gracias a Dios hay gente como vos...que sigue volando...te quiero mucho, claro!