jueves, marzo 20

Los pastores


Estaba sentada en la plazoleta. Meditando, o mejor, rumiando sus pesares. Llevaba varios días así. Se le había acabado la paciencia? Las cosas no habian empeorado. No. Pero ultimamente se fueron paralizando. Le parecía que se trnsformaban en cuadros estáticos. Que ya nunca se moverían. Seguía en un circulo sin salida. El dinero no le alcanzaba hasta fin de mes. Como tenía que comer...se endeudaba. Cobraba su sueldo...devolvía lo prestado...y otra vez a comenzar.
Vió más gente que de costumbre en la plazoleta. Pero no se quedaban. Pasaban todos hacia el mismo lugar. Se animó a preguntar que pasaba. Le contestaron que venía un Pastor a predicar.
Como no tenía apuro, decidió ir a ver. No tener que encerrarse en su pequeña habitación, ya era motivo suficiente.
Allí se encontró con una multitud que esperaba al pastor, mientras escuchaban música, bastante alegre, y veian desfilar decenas de artistas que actuaban para ellos. Pensó...que Cristo no se valía de eso para congregar a sus ovejas...pero la gente parecía muy feliz moviéndose al compás de la música.
Se dió cuenta de que el pastor no quería sermones...si no alegria...
Siguió sus pensamientos...y se encontró reconociendo que quizá tenía razón. Ultimamente necesitaba un poco de movimiento, de música.
Esto duró casi cuatro horas...Aprovechó para conversar con algunas personas a su alrededor y todos parecían más entretenidos...que convertidos. Como en una gran fiesta al aire libre.
Cuando iba caminando para su casa, comprendió que si de toda esa gente, que era mucha, habia solo algunos que lograban salvarse de sus pesares por un rato...valía la pena ese gran montaje, esas arengas, esa música delirante...aunque nadie se sintiera más bueno o más cerca de su amor a Jesus.
Ella, por su parte, hizo como siempre. Fué hasta una iglesia casi solitaria, y se sentó en la penumbra a conversar con Dios. Era su forma de encontrarse con el.

miércoles, marzo 12

Yo se...(a mi padre)


Yo sé que mis pasos no pisarán tu sombra
Que tus manos vencidas ya no estarán cansadas,
que es inútil el grito,
que me puebla el vacío cada tarde dorada.
Hablaremos de penas en las tardes que fueron
Y habrá música suave de fondo en tu mirada.
Que bonita sonrisa, que placer tu palabra.
Sabio viejo de tiempo, pero joven de alma.
Ya nos hemos peleado, disfrutado y reído.
Discutiremos cosas del mundo y de los hombres.
Mas allá de los roces y voces enconadas.
Yo miraba tu sombra tras el vidrio soleado
y pensaba que nunca te irías de mi lado...
No te fuiste,
en mi sangre navegan tus ancestros,
cada palabra tuya en mi mente grabada.
Y cuando a veces voy caminando vencida
escucho que me dices que puedo, que persista.
Yo se que me tenías una fe sin medida,
Que me pensabas fuerte,
yo sé que me querías.
Y se que aún ausente...estás siempre en mi vida.

lunes, marzo 3

La casa deseada


Recorría el sendero arenoso que bordeaba la casa...una y otra vez. Escrutando cada detalle, acariciando las paredes. Le parecía mentira! Al fin lo había logrado! Era una sorpresa para su esposa. Años soñando con comprarla. La habían visto por casualidad y se enamoraron a primera vista.


No es que fuera lujosa, ni grande, ni siquiera de estilo. Era como una casita de cuentos para niños.


Cuando la vió en venta., no se lo dijo a ella. Fué directo a la agencia. Bueno, hubo un par de días de idas y venidas, de esto sí aquello no. Pero le pareció más fácil de lo esperado. Estaba en buenas condiciones, aunque lucía como abandonada.


No tardaron nada para empezar a mudarse.


En esos arreglos estaban, cuando en la ferretería le preguntaron si vivía en la casita del "fantasma". Se rió y dijo ...buena broma! Se hizo un silencio entre los pocos clientes...y todos siguieron la idea...nadie más dijo nada.


Le comentó a su esposa. No quería dejar de avisarle, por si acaso. Ella dijo...ojalá. Nunca ví uno!


Bueno, la primera vez que lo vieron, creyeron que era un vecino. Hasta que notaron que era transparente. El, los miró con gran tristeza... como pidiendo algo...y como todo buen fantasma...desapareció.


Trataron de averiguar quién había sido el desgraciado habitante. No creían que en una casita tan bella y alegre, hubiera pasado nada malo.


Les dijeron, que era un hombre bueno, que saludaba amablemente a todos, pero que era muy solitario, aparentemente sin familia. Que no salía mucho, ni recibía visitas. Parece que alguien lo llamó por teléfono, y extrañado de no recibir respuesta...dio aviso a la policia.


Eso era lo que sabían. El pueblo era muy chico, muy cerca del mar, y todos se conocían. Gente tranquila...pescadores en su mayoría, que al no tener muchas cosas para distraerse...se comentaban todo.


Alguien pasó una vez por la casa...y vio al espíritu sentado comodamente en la galería...como nunca había hecho estando vivo...como haciéndose ver.


Luego lo vieron en el jardín, en la casa. Y...la leyenda creció.


No hicieron comentarios. Apareció varias veces, siempre igual...los miraba lastimosamente y se iba.


La mujer dijo que a ella le parecía que el fantasma buscaba amor. Era muy cariñosa y creía firmemente, que nadie, nadie, podía vivir sin eso. Que al ser el hombre tan solitario...tal vez por introvertido, o vergonzoso...se había quedado solo y sin nadie que lo quisiera, que lo llorara.


Tramaron un plan. La próxima vez que viniera, lo iban a recibir con palabras tiernas, con los brazos abiertos...Le harían saber que lo iban a recordar siempre con cariño. Que irían a ponerle flores al cementerio.


Así lo hicieron. El buen espíritu, los miró como siempre...fue cambiando de expresión mientras escuchaba...hasta se iluminó con lo que ellos tomaron como una sonrisa...se balanceó levemente...y desapareció.


El hombre abrazó a su mujer. Comprendió que la sabiduría del corazón...es la más valiosa. Y esperaron con fe, lo que sucedió. El fantasma...no apareció nunca más.